miércoles, agosto 25, 2010

RESILIENCIA



La resiliencia se define como la capacidad de los eres humanos de superar los efectos de una adversidad a la que están sometidos e, incluso, de salir fortalecidos de la situación.

En “Algunos fundamentos psicológicos del concepto de resiliencia”[1] Plantean cómo se podría justificar el desarrollo de los pilares de la resiliencia desde un perspectiva psicológica, puntualizando la necesidad del “otro” humano para que todos y cada uno de los pilares se construyeran en la trayectoria histórica del sujeto. Esto facilita la comprensión de qué significa la promoción de esos pilares, dando pistas seguras para analizar programas educativos, sociales y de salud. Además, vinculábamos el concepto de resiliencia con el de salud mental, en el sentido de la semejanza o coincidencia de las acciones promotoras de resiliencia con las que tratan de desarrollar la salud mental. Desde el punto de vista de la resiliencia, el aspecto quizás más especial y original el es énfasis de la necesidad del otro como punto de apoyo para la superación de la adversidad.

Boris Cyrulnik (2001) ha realizado aportes sustantivos sobre las formas en que la adversidad hiere al sujeto, provocando el estrés que generará algún tipo de enfermedad y padecimiento. En el caso favorable, el sujeto producirá una reacción resiliente que le permita superar la adversidad. Su concepto de “oxímoron”, que describe la escisión del sujeto herido por el trauma, permite avanzar aún más en la comprensión del proceso de construcción de la resiliencia, a la que le otorga un estatuto que incluimos entre los mecanismos de desprendimiento psíquicos. Éstos, descriptos por Edward Bibring (1943), a diferencia de los mecanismos de defensa, apuntan a la realización de las posibilidades del sujeto en orden a superar los efectos del padecimiento.

Por otra parte, la profundización y la cronificación del proceso de exclusión social en una sociedad cada vez más inequitativa desafían la capacidad de los sistemas sociales, educativos y de salud para enfrentar, la promoción de la resiliencia se vuelve una necesidad y una obligación.

8.1 El dolor social

Yolanda Campel (2002) estudia el problema del dolor social definido como “el padecer que se origina en las relaciones humanas como conjuntos”. Plantea la existencia en el sujeto de un “sustrato de seguridad”, derivado de una base emocional equilibrada, posibilitada por un marco familiar y social estables. Son los padres o cuidadores sustitutos, como mediadores con el medio social, los que ayudan a su constitución a través de una acción neutralizadora de los estímulos amenazantes. Se trata de lo que llaman una relación de apego seguro[2]. La violencia social que fractura la continuidad existencial, haciendo que lo familiar (heimlich) se vuelva no familiar (unheimlich o siniestro), provoca una sensación de amenaza o trauma que genera en el sujeto otra estructura que llamamos el “sustrato de lo siniestro”. Diferencia asimismo entre el contacto con un agresión social terrible y brutal, y contacto con la agresión existencial que “trabaja y nos trabaja dentro de cada uno de nosotros”. En el caso de los sometidos a una violencia brutal, el “sustrato de lo siniestro” no puede asimilarse o integrarse dentro de la estructura de seguridad existente hasta entonces.

Sin embargo, cuando la violencia que “trabaja y nos trabaja” existencialmente es el orden de la pobreza, la exclusión o la desocupación, por ejemplo, con los grados de humillación constantes y repetidos que el sujeto debe soportar, también produce un fenómeno de asimilación imposible y de coexistencia de ambos sustratos. En estos casos, el sustrato de lo siniestro convive con es sustrato de seguridad, y la persona se ve forzada a soportar un mundo escindido y con un yo también escindido que le permite negar lo siniestro para sostener la continuación e si existencia o simplemente sobrevivir, manteniendo a raya el resultado del trauma. Por este camino entramos en el territorio de la resiliencia.

Todos estamos atravesados, en algún grado, por la violencia social. Éste es el marco en el que deben intervenir los psicoterapeutas, los agentes de salud, los docentes y os trabajadores sociales en su función de promotores de resiliencia. Si nuestro sustrato de seguridad no es sobrepasado por la situación, estaremos en condiciones de afrontar el padecimiento de los “heridos “ sosteniendo, en primer lugar, un espacio donde se pueda hablar de ello, aún sin tener una respuesta total par el drama que se debe abordar. Ha sido un sentimiento común de los sobrevivientes la sensación de revivir los traumas cuando su relato no era escuchado o directamente rechazado. Por el contrario, encontrar un espacio en la relación con le prójimo para testimoniar el padecimiento permite comenzar a percibir un sentimiento de autoestima, pertenencia y contención.

v Garantizar el espíritu solidario del agente y guiar al sujeto hacia situaciones de no –aislamiento que le permitan compartir su situación; alentarlo a solicitar ayuda en su entorno.

v Advertir del peligro de determinadas situaciones, como limitarse a relaciones que son incapaces de brindar sostén.

v Respetar los niveles de negación necesarios para quitar presencia al sustrato de lo siniestro y apoyarse en el sustrato de seguridad.

v Fomentar las nuevas “causas” que pueden ayudar a dar un nuevo sentido a la vida construyendo una visión de largo plazo con esperanza en el futuro.

v Zoster el sentido del humor como un neutralizador muy importante de los padecimientos.

v Finalmente, ayudar a reconstruir un mundo después del caos.

8.2 La resiliencia y las disciplinas sociales

Con la conclusión de temáticas relativas a la subjetividad-como el humor, la autoestima y la creatividad-y de propuestas como la resiliencia comunitaria, el enfoque de resiliencia, surgido inicialmente del análisis de situaciones individuales referidas a las relaciones entre infancia y pobreza, ha ampliado progresivamente sus campos de interés y acción, y ha ingresado en territorios que son objeto de distintas miradas disciplinarias que se ocupan de la condición humana. Esta ampliación de interés implicó un distanciamiento del campo biomédico que daba sustento a los modelos de riesgo previos, y la resiliencia quedó ubicada

decididamente en el terreno de las de las ciencias sociales, de al modo que, como se registra actualmente e el área de la educaron, sus aportes son considerados de suficiente interés como para ser incorporados en los planes de estudio de nuestros jóvenes. Al mismo tiempo, al participar de los beneficios del intercambio que supone toda tarea interdisciplinaria, todo lo que desde otro campo se dice sobre la subjetividad e identidad resulta necesariamente de interés para los estudiosos de la resiliencia.

En la actualidad, si desatender el peso asignado a la desigualdad económica como determinante fundamentales de una gran mayoría de los padecimientos humanos, en las ciencias sociales se habla de un “empobrecimiento subjetivo” del hombre actual, que resulta de una serie de cambios de la estructura y los vínculos sociales que ya no parecen guardar aun relación exclusiva o lineal con la pobreza. Los fenómenos de exclusión o marginación, expresados en términos como desafiliación o desciudadanizacion, dan cuenta del impacto desfavorable que implica para e individuo y la comunidad todos aquellos aspectos negativos de la globalización y de las políticas económicas reinantes, que al afectar a los soportes sociales de la subjetividad, fueron trasformados al sujeto actual en un individuo aislado, desprotegido y frágil.

Sin perder de vista que nos encontramos frente a complejas situaciones de trasformación social, que requisen el aporte de muchas miradas y creatividad propuestas de solución, entendemos que en enfoque de la resiliencia, al analizar los elementos útiles para el fortalecimiento de la subjetividad en ele enfrentamiento de situaciones adversas, tiene mucho para decir, tal como lo demuestra la difusión y el interés que despiertan actualmente las publicaciones relativas al tema.

8.3 Globalización, subjetividad e identidad:

A pesar de que los fenómenos de la globalización –mundialización han dejado ya un importante saldo su beneficiarios y perjudicados, cada vez resulta más difícil ubicar a los líderes los agentes que regular la situación en su beneficio, porque, al decir de García Canclini (1999)[3],”David no sabe donde está Goliat”, aludiendo de este modo al largo proceso de trasnacionalización de capitales que ha llevado a su progresivo anonimato. De allí que el lógico malestar o rechazo experimentados frete a los efectos negativos del fenómeno homogeneizador pueden hacernos perder un tiempo que debería más bien ser utilizado en la búsqueda de nuevas formas de posicionamientos frente a hechos que parecen de imposible o difícil reversión.

Con la caída del estado benefactor, que intentaba proteger a sus ciudadanos de las consecuencias indeseadas de las nuevas formas y modos de producción ligados a la revolución industrial, se produjeron profundas trasformaciones sociales, economizas y políticas, que fueron mostrando el fracaso de la prometida igualdad que iba a venir de la mano del avance tecnológico, de los beneficios del conocimiento o de la restauración de la democracia.

La retracción del Estado no sólo afectó sus funciones de garante de la seguridad social, la educación o la salud, sino que también comprometió notablemente su influencia sobre la cultura, exponiéndola a los riesgos de una homogeneización con la consiguiente pérdida de los valores que sustentan la identidad nacional e individual.

Los procesos de adquisición y consolidación de una subjetividad estable y de una identidad propia por parte del hombre moderno se encuentra actualmente amenazados por la fragilidad o ausencia de aquellos contexto que deberían funcionar como soportes de un desarrollo humano saludable , es decir:

v El contexto del público, del Estado, en sus funciones de preservación de la sociedad y sus valores.

v Los contextos más reducidos de ciertos conjuntos sociales naturales, como el barrio, el café, los clubes o las sociedades vecinales.

v Enana dimensión todavía menor, en el contexto de las interacciones cotidianas, afectado por sistemas de vida en donde el contacto personal se ve progresivamente reemplazando por sistemas electrónicos, lo que instauró la paradoja de una sociedad que, a pesar de contar con las máximas posibilidades de comunicación que se registran en la historia, muestran al aislamiento y a la incomunicación como un fenómenos sociales más destacados.

8.4 Resilencia, identidad y resistencia

Manuel Castells (1999)[4], en uno de los tomos de su obra La era de la información, dedicado al poder de la identidad, analiza, desde una perspectiva que tiene muchos puntos en común con el enfoque de resiliencia, aquellas expresiones de identidad colectiva que en defensa de la singularidad cultural se enfrenta a la globalización. De acuerdo con otros autores, en relación con la mencionada oposición entre globalización e identidad, comenta que las identidades son fuentes de sentido para l9s propias actores, y por ello mismos s son construidas mediante un procesos de individualización ,y agrega ”la construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, la geografía ,la biología ,las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales , los aparatos de poder y las revelaciones religiosas . En la construcción de la identidad, los individuos y grupos sociales procesan y reordenan estos materiales que alimentas sus identidades “según las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco espacial /temporal “

Atendiendo al hecho de que la construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un contexto marcado por las relaciones de poder, propone una distinción entre tres formas y orígenes de la construcción de identidad. En la llamada identidad de resistencia, ciertos actores excluidos por la lógica de la dominación construyen “trincheras de resistencia y supervivencia” que se oponen a ella ,conducen a la formación de comunas o comunidades, y se constituyen, a juicio del autor, en el tipo mas importante de construcción de identidad en nuestra sociedad.

En la otra modalidad, la identidad proyecto, los actores sociales “construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad y, al hacerlo, buscan la trasformación de toda la estructura social” .Por último las identidades pueden comenzar como resistencia para desoyes inducir proyectos, con la posibilidad ulterior de convertir a éstos en dominantes de las instituciones de la sociedad, por lo que pasan a ser identidades legitimadoras, racionalizadotas de un dominios. Castells destaca la movilidad de estos procesos de identidad y el hecho de que ninguna identidad puede ser esencia, ni tener por sí misma valor progresista o regresiva, fuera del contexto histórico en el que se desarrolla. En las modalidades de identidad así definidas por el autor pueden encostrarse muchos puntos de contacto con distintas reflexiones surgidas de los trabajos sobre resiliencia, y en particular con aquellos que se ocupan de la resiliencia comunitaria.

Parece oportuno reiterar aquí que el concepto de resiliencia no debería entenderse o agotarse enana única significación de resistencia frente a condiciones desfavorables (como se desprendería del origen material del termino, referido a la resistencia de los metales a la deformación), sino que se hace necesario enfatizar, e incluir como un elemento destacado de sus definición, aquellos componentes de respuesta creativa que, frente a la diversidad, abren nuevas posibilidades de acción. Atentos a los riesgos que suponen las exploraciones conceptuales, podemos señalar que entre estos dos componentes que a nuestros criterios integran la resiliencia y los conceptos de identidad de resistencia e identidad proyecto propuesto por Castells, pueden establecerse sugestivos paralelismos. Las ideas de este autor acercan de la subjetividad-identidad como un proceso de construcción tienen la virtud de ubicar al sujeto en la posición de un actor participante y no de un mero receptor de condicionantes que lo superan y sobre los que no tendría injerencia.

Desde hace un par de décadas las ciencias humanas han integrado un nuevo concepto para definir a aquellas personas que han sabido enfrentarse positivamente frente a situaciones adversas, que se presentan en el ambiente familiar, social y escolar en el éstas se desenvuelven . A estas personas se les denomina resilientes.

Kotliarenco sostiene que “el enfoque de la resiliencia parte de la premisa que nacer en la pobreza, así como vivir en un ambiente psicológicamente insano, son condiciones de alto riesgo para la salud física y mental de las personas”.

De acuerdo a la literatura existente sobre el tema, varios autores han definido resiliencia como:

v Capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida superarlas, o incluso, ser trasformado por ella. [5]

v La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana viviendo en un medio insano.[6]

v La reticencia distingue dos componentes: la resiliencia frente a la destrucción, esto es, la capacidad de proteger la propia integrada bajo presión, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad para construir un conductismo vital positiva pese a circunstancias difíciles. [7]

v La resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad, a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos.[8]

v La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contexto de gran adversidad. [9]

v La resiliencia es la capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. [10]

En lo que concuerdan estás y otras definiciones es la capacidad que tiene los seres humanos de recuperarse ante la adversidad o eventos traumático, que puede no afectar el desarrollo normal de sus vidas. Cabe señalar, que esta capacidad no sólo depende de las características propias del niño y del adolescente, un factor relévate es el ambiente en el que se desenvuelven, en el ambiente familiar, social y escolar. Es decir, la resiliencia se genera de la interacción entre el niño y su ambiente. En consecuencia, la resiliencia como conducta, no es estable en el tiempo, ni tampoco lo es a través de los contextos sociales y/o culturales.[11]

Teniendo en cuenta lo anterior concordamos con Grotberg, quien sostiene que: el rol de la resiliencias es desarrollar la capacidad humana de enfrentar, sobreponerse y de ser fortalecido e incluso trasformado por las experiencias de adversidad. Es un proceso que sin duda excede el simple “rebote” o la capacidad de eludir esas experiencias, ya que permite, por el contrario, ser potenciado y fortalecido por ella, lo que necesariamente afecta la salud mental.

En este nuevo enfoque, el de la resiliencia, está iniciando una transformación en la forma de percibir al hombre y e investigar sobre éste, así lo expresa Melillo, las investigaciones en resiliencia han cambiado la forma en que se percibe al ser humano: de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad se ha pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y los recursos que el ser humano tiene en sí mismo y a su alrededor.[12] Se suma a Melillo y sostiene: esta nueva actitud amenaza con trastornar por completo las concepciones mismas de la psicología infantil, de nuestros modelos de enseñanza y de investigación, de nuestra visión de la existencia. En el pasado fue necesario evaluar los efectos de los golpes, hoy en día es preciso analizar los factores que permiten que un determinado tipo de desarrollo se reanude.

Factores que están involucrados

-Factores estresores o de riesgo:

Sabemos que las distancias de adversidad y/o traumáticos, que afectan el buen desarrollo de las personas, las sitúan en condiciones de vulnerabilidad. Esta es entendida como “un proceso multidimencional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o comunidad de ser herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas.[13] Dichas situaciones se agrupan según Kotliarenco en:

a) Factores estresores Normales: se pueden señalar los siguientes:

v El nacimiento de un hermano (a).

v La llegada dentro integrante al hogar.

v Ingreso a la escuela.

v Cambio de domicilio, entre otros.

b) Factores estresores Anormales: Se pueden señalar los siguientes:

v Vivir en situaciones de pobreza.

v Muerte de algún familiar cercano.

v La separación y / o divorcio de los padres.

v Drogadicción y / o alcoholismo en el hogar.

v Violencia intrafamiliar, entre otros.

Factores estresores o también llamados situaciones de riesgo antes descritos, no afectan con la misma intensidad a todas las personas; quienes son capaces de enfrenarlos y supéralos pueden ser considerados resilientes. Estas personas tienen ciertas características internas que fortalecen y fomentan su espíritu de superación.

-Factores Protectores:

Entenderemos como factores protectores, a todas aquellas características, hechos o situaciones propias de los niños y niñas y/o adolescentes o de su entorno que elevan su capacidad para hacer frente a la adversidad o disminuye la posibilidad desarrollar desajustes psicosocial aun con la presencia de factores de riesgo. [14]

Los factores protectores pueden dividirse en dos grupos:

v Factores protectores

v Factores protectores Externos

-Factores protectores Internos:

Wolin y Wolin: utilizan el concepto de mandala de la resiliencia. Mandala, significa paz y orden interno y se utiliza para designar a la fuerza del individuo que resiste a la enfermedad. Bajo esta categoría .mandala de la resiliencia. Los autores señalan seis características propias de las personas resilientes.[15]

1. Introspección: tiene relación con autocuestionarse honestamente.

2. Independencia: Capacidad de establecer límites entre uno mismo y ambientes adversos.

3. Capacidad de relacionarse: Se refiere a la capacidad de establecer lazos de amistad con otras personas.

4. Creatividad: Se relaciona con la capacidad de producir a partir del caos y del desorden.

5. Moralidad: Se refiere a la capacidad de comprometerse con valores y discriminar entre lo bueno y lo malo.

6. Humor: Alude a la capacidad de encontrar lo cómico en la tragedia.

-Factores Protectores Externos:

Si bien la presencia de las características señaladas, en una persona la pueden hacer resiliente, cabe señalar que no son suficiente, pues se necesita del apoyo del contexto social donde se desenvuelve. Dicho apoyo es entregado por los factores externos, como la familia, escuela, comunidad, entre otros.

Kotliarenco y otros señalan como factores protectores externos los siguientes:

a) Factores Familiares:

v Existencia de madres y madres apoyadores y / o sustitutos.

v Buena comunicación familiar.

v Estructura familiar sin disfuncionalidades importantes.

v Patrones de buena conducta.

Estos factores protectores permiten en su conjunto actual frene a la adversidad, disminuyendo la posibilidad de desarrollar trastorno sicosociales provocados por la presencia de factores de riesgos o estresares.

Grotbert agrupo los factores protectores internos y externos antes señalados en cuatro categorías que promueven las conductas resilientes en las personas: yo tengo, yo soy, yo estoy, yo puedo.

-Yo Tengo:

v Personas del entorno en quien confió y que me quieren incondicionalmente.

v Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros o problemas.

v Personas que me muestra por medio de su conducta la mane a correcta de proceder.

v Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.

v Personas que me ayudas cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender.

-Yo soy:

v Una persona por la que otros sienten aprecio y cariño.

v Feliz hago algo para los demás y las demuestro mi afecto.

v Respetado de mi mismo y del prójimo.

-Yo Estoy:

Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.

Seguro de que todo saldrá bien.

-Yo Puedo:

v Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.

v Buscar la manera de resolver los problemas.

v Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.

v Encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito.

La primera categoría –Yo tengo- señala la presencia incondicional del personas con a las cuales pueden contar, ya sea en la familia o en una sustituta de ésta, donde el niño encuentre a esa persona significativa .La familia, como sabemos, el primer y más importante entorno para el niño y niña y / o adolescente, tiene que estar bien construida, de tal manera de entregar protección, seguridad, afecto y apoyo e éstos. Ya que si estos valores no se encuentran en el hogar se ven afectadas las competencias sociales, el rendimiento en la escuela y la relaciones interpersonales del niño o la niña.

El rol protector de la familia implica en una primera instancia, satisfacer las necesidades básicas del niño o la niña como son la alimentación, techo, vestuario, educación y salud. Sumando a esto, otro factor importe es el apoyo que puedan brindar los padres y / o sustitutos de éstos.

Una buena comunicación familiar en todas las etapas de desarrollo del niño o la niña, permite establecer limites y roles para regular su comportamiento y obligaciones, situaciones que les evitaran caer en conductas de riesgos. De esta manera se crea un ambiente favorable para que los hijos e hijas desarrollen una buena autoestima y autoconfianza, condiciones que se desarrollarían a través de las restantes categorías yo soy, yo estoy, yo puedo.

Los conceptos de autoestima y autoconfianza son los pilares fundamentales para el desarrollo personal y de las características resilientes, Melillo sostiene que hay, entonces, una secuencia identificatoria y de construcción de la autoestima que empieza con al andaré y sigue con el padre, los hermanos, la familia extensa, los amigos, los docentes, otros cuidadores, agentes de salud, etc. Debe tenerse en cuenta cuando el balance narcisistico viene deteriorado, casi siempre es posible restablecerlo.

Este plantea también que la autoestima se sigue construyendo gracias a la relación afectiva y efectiva con personas significativas para el niño o niña. Dicha persona debería estar siempre presente en toda circunstancia de su vida, entregando un amor incondicional, lo cual no quita el derecho a establecer limites sobre comportamientos y conductas.

En conclusión: “Es la persona que estimula y gratifica efectivamente los logros del niño o adolescentes, su creatividad, humor, iniciativa, y ayuda a resolver los problemas son sustituir la acción del sujeto”.

Las nuevas tendencias sobre Resiliencia dicen: Que se puede entender ésta como proceso; en la cual es posible reconocer factores, comportamiento y resultados resilientes. [16] Lo explica en la siguiente forma:

v Promoción de factores resilientes: Se refiera a promover los factores de la resiliencia agrupados en “yo tengo”, “yo soy”, “yo puedo”, independientemente de la edad y género de la persona.

v Compromiso con el comportamiento resiliente: Que supone las interacciones entre los factores que ayudan a enfrentar la adversidad, identificando, primero, el tipo de riesgo al que se está expuesto para seleccionar luego, una respuesta apropiada.

v Valoración de los resultados de resiliencia: Esto se refiere a la capacidad de las personas de beneficiarse, con las experiencia adversas que les ha tocado vivir, obteniendo así, a través del análisis de los vivido, fortalezas para poder enfrentar situaciones futuras.

En resumen, Grotberg, sintetiza las nuevas tendencias de investigación sobre resiliencia en los siguientes enfoques:

v La resiliencia, esta ligada al desarrollo y el crecimiento humano, incluyendo diferencias atarías y de género.

v Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes, requieren diferentes estrategias.

v La resiliencia es diferentes de lis factores de riesgos y de los factores de protección.

v La Resiliencia puede ser medida; además es parte de la salud mental y la calidad de vida.

v El nivel socioeconómico y la resiliencia no están relacionados.

v Las diferencias culturales disminuyen cuando son capaces de valorar ideas nuevas y efectivas para el desarrollo humano.

v Prevención y promoción son algunos de los conceptos en relación a la resiliencia.

v La resiliencia es un proceso: hay factores de resiliencia, comportamientos resilientes y resultados resilientes.

Al momento de querer fomentar la resiliencia o investigar procesos resilientes, es necesario tener en cuenta casa uno de los enfoques antes mencionados.

-Resiliencia y escuela

Como ya se mencionó, la escuela es uno de los principales factores protectores que tienen los niños y niñas que viven en situación de pobreza. Si ésta tiene conocimiento de la definición e implicancias del concepto de resiliencia, debería ser capaz de potenciar las capacidades que tanto los educandos como el propio establecimiento presentan, para poder tolerar, manejar y / o aliviar situaciones estresantes o traumáticas que puedan en llegar a vivir.

En Ministerio de Educación se ha esforzado por implementar en las escuelas distintos programas y equipos tecnológicos para mejorar la calidad de los educandos, recursos que son considerador útiles y necesarios para el desarrollo de los aprendizajes; pero estos bienes no bastan para cambiar una realidad educativa tan compleja como la que viven los establecimientos educacionales pobres. Porque tan necesario como los recursos materiales son los recursos humanos, que si bien existen en la comunidades educativas su precariedad puede trasformarse en un doble factor de riesgo para los niños y niñas que viven en situaciones de pobreza.

El estudio de Werner y Smith [17] ;halló que entre los modelos positivos más frecuentemente encontrados en la vida de los niños que muestran resiliencia, fuera del círculo familiar, está la presencia de un maestro favorito que no era solo un instructor de habilidades académicas sino un confidente y modelo positivo en términos de identificación personal. Una relación afectiva con un maestro alienta a los jóvenes a triunfar en la vida. Es obvio que los alumnos trabajan más y harán más cosas para aquellos maestros que más quieran y en los que mas confianza tienen.

Investigadores reconocen la importancia de las relaciones humanas en la escuela y ven en la resiliencia una herramienta para fortalecer , que a su vez ayudará a los alumnos y alumnas a mejorar, además de sus aprendizajes cognitivas, su autoestima, confianza y a construir fortaleza freta a la adversidad.

Herderson y Milstein[18], señala seis pasos a desarrollar en la escuela, para fomentar en ésta y en los alumnos y alumnas la capacidad de sobreponerse a la adversidad.

Tres de los pasos so estrategias para mitigar el efecto de los factores de riesgos:

1. Enriquecer los vínculos: Significa fortalecer las relaciones entre el niño o niña con su familia, a través de la inclusión de ésta en la escuela; además de fortalecer la conexión del niño o niña con n su estilo de aprendizaje.

2. Fijar límites claros y precisos: Conste en elaborar políticas y procedimientos escolares que apunten a explicitar las expectativas de conductas.

3. Enseñar destrezas para la vida: Estas consisten en: cooperación, resolución de conflictos, estrategias de resistencia y asertividad, destrezas comunicacionales, habilidades para resolver problemas y adoptar decisiones y un manejo sano del estrés.

Los tres pasos restantes son útiles para desarrollar y fomentar la resiliencia:

4. Brindar afecto y apoyo: Esto significa dar respaldo y apoyo incondicionales al niño o niña. Este paso es el más importante, porque es imposible superar la adversidad sin afecto. En el área de la educacional un ambiente afectivo es esencial para el éxito académico.

5. Establecer y trasmitir expectativas elevadas: Es importante que la escuela trasmita expectativas elevadas pero a la vez realista, para que actúen como motivadores eficientes, fundamentales para aquellos alumnos y alumnas que fueron etiquetados en el entorno escolar.

6. Brindar oportunidades de participación significativa: Esta estrategia brinda a los estudiantes a sus familiares y al personal escolar, una alta cuota de responsabilidad por lo que acontece dentro de las paredes de la escuela, dándole oportunidades de resolver problemas, tomar decisiones, planificar, fijar metas y ayudar a otros.

La practica de todos estos pasos crea un ambiente de solidaridad, respeto y colaboración en la comunidad educativa. Benard[19], sostiene que: Aun más allá de la relación de maestro y alumno, la creación de un aire de solidaridad en la escuela crea, asimismo, las oportunidades para relacionarse benéficas entre los estudiantes, entre los maestros y entre los maestros y padres. Una ética de la solidaridad no es ni un “programa” ni una “estrategias” de por sí, sino una manera de ser, una manera de relacionarse con la juventud, su familia y entre sí, que conlleva un mensaje de (…) comprensión, respeto e interés. También es la fuente de la que emanan otros factores de protección.

Para proporcionar la resiliencia en la escuela, ésta debe tener como punto de partida al profesor y profesora, quienes son los que más tiempo pasan con los educandos. El docente necesita reconocer la fuente de su propia resiliencia; y estar convencidos de que todos los alumnos pueden trasformar y cambiar sus vidas; y que todos poseen la resiliencia como un mecanismo innato para hacer las cosas y poner las cosas bien

Las escuelas de sectores mas pobres deberían ser las primeras en trabajar con este nuevo enfoque, ya que de esa forma se potenciaría e todos sus integrantes un espíritu de superación y les ayudaría a crear un clima de mayor compromiso con la educación que realizan. Valores que son de vital importancia para la tarea educativa y para la creación de oportunidades en los niños y niñas con deprivaciones afectivas y socioeconómicas.

Editado y publicado por Carolina Espejo